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miércoles, 27 de noviembre de 2013

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La Intrahistoria de un vendedor de este siglo.

 La semana pasada estuve en la provincia de Huelva, en un pueblecito pesquero del que muchos dicen que es de los mejores de Europa por su pesca. De eso puedo dar yo fe, porque no he probado un atún más bueno y jugoso en mi vida.
    Allí pregunté a compañeros y compañeras del sector de venta de prensa y revistas, encontrándome con dos tipos respuestas. Por un lado están los que dicen que todo es estupendo y no ven ni un solo fallo en la distribución de nuestros productos, ni problemas en facturas, cuotas de reparto, atención telefónica, etc., etc... A fecha de hoy he escuchado esto que digo de dos vendedores: uno en Sevilla y otro en Huelva...
     Con el otro tipo de respuestas, basada en la experiencia vivida a la hora de trabajar como vendedor se puede identificar este humilde "escribiente" y, curiosamente, el resto de los vendedores que he visitado... creedme cuando os digo que a más de uno y a más de dos he tenido el privilegio de poder visitar. Recuerdo en todos las mismas palabras y sensaciones. Por un lado te hablan de la incertidumbre que ven venir, de forma lenta y pausada, pero avanzando de manera inexorable sobre todo el sector, que parece apuntar hacia la extinción de la forma de vida que hasta ahora hemos conocido, con la que hasta ahora trabajábamos y con la que dignamente llevábamos un plato de comida a nuestras familias. Ninguno sabe lo que le deparará el mañana, todos nos aferramos de manera numantina a nuestros puestos de trabajo, luchando contra todo para llevar adelante este proyecto de vida. No nos engañemos, pasamos en nuestros negocios más tiempo que en nuestras propias casas, con ello se nos pasan los minutos, las horas, las semanas, los meses y hasta los años…cuando nos damos cuenta, nuestros y hijos o sobrinos hacen la comunión, se nos casan...llegados a este punto, nos planteamos lo deprisa que pasa el tiempo...En realidad, es una mera percepción personal, pero curiosamente todos vivimos lo mismo.
     El otro día tuve el placer de conocer a una señora que llevaba 35 años en su puesto de trabajo y representaba fielmente lo que acabo de exponer. Ahora se enfrentaba a lo que algunos llaman "segunda juventud" decía que la vida se le había pasado en un segundo, ni tan siquiera había tenido tiempo para buscarse una pareja y tener hijos...supongo que sus sobrinos cubrían cualquier necesidad familiar. Se había realizado como persona en su entrañable y adorable tienda, gracias a la cual, había tenido la posibilidad de comprarse el piso que compartía con su hermana. En estos tiempos había contratado a una ayudante para que la sustituyera mientras realizaba las rutinarias y necesarias visitas al médico que, con la edad, son más continuadas (aunque no lo queramos reconocer las "goteras son las goteras"...) 
     Desde fuera y a simple vista,  notaba que se llevaba demasiado bien con los cigarrillos, buena prueba de ello eran los amarillentos dedos índice y corazón de su mano izquierda. Con el tabaco parecía aplacar su estress y desasosiego. Me confesó que le era imposible ponerse delante de una factura, no solamente por llevar  "todo para adelante ella sola", el problema es que no entendía el por qué de tantos fallos, me decía siempre lo mismo: "Es que el repartidor me rebaja cosas y después me las cobran", o "Devuelvo las cosas y me dicen que no van en los paquetes devolución"...La última trastada era la devolución de unos relojes que saca la prensa debida a que, según el distribuidor, "en las cajas que los protegen no se les puede escribir nada", a lo que ella me contestó: "Pero si el primero que pone el código en estas entregas es el repartidor"...
     Estas frases que escribo las transcribo tal cual las escuché de esta vendedora de Huelva...curiosamente yo también he escuchado esto mismo en nuestra ciudad, ¿qué raro no?
     No he dicho que al día siguiente de ir a visitar a esta compañera, la vi caída en el suelo. Se había desmayado y tuvo que venir la Ambulancia para atenderla...obvié mencionar antes que esta persona, ante el estress y la caída de ventas, no solamente se había refugiado en fumar como un carretero...sino que también se llevaba estupendamente con "Mr. Johnny Walker o el Señor J.B." Eso le provocó el desvanecimiento del otro día en su tienda. Si esta persona en vez de ser autónoma fuera asalariada estaría ahora de baja... con la posibilidad ante un despido de tener un paro. Si fuera funcionaria estaría de baja por depresión, me aventuro a decir por su edad y después de 35 años de cotización, que o bien tendría la baja por incapacidad para trabajar o ya estaría jubilada con la pensión máxima. Precisamente en mi barrio conozco a una funcionaria a la que le otorgaron la absoluta y según entendí ronda los 2.300  € mensuales... Sé de buena tinta que esta funcionaria está en tratamiento por problemas con la bebida, al igual que los que tiene la persona de la que hablo.
     Menuda diferencia hay de ser autónomo a ser funcionario en una jubilación por este tipo de causas...En nuestro caso, si cotizas como hacemos todos por módulos ¿rondamos los 600 los 800 euros?
 Aquí me planteo una duda, ¿alguien conoce algún caso de baja por depresión de un autónomo, podemos alegar que nos coaccionan en el trabajo, al encontrarnos ante un monopolio? Porque está claro que el estress laboral al que nos someten por parte de distribuidores es increíble, ya que no hay otra manera en cada plaza de recibir las ediciones impresas, es decir: o pagas fianza, o el aval que les salga de ...(me callo...iba a decir "pelotas")...También nos imponen los beneficios ya que la decisión arbitraria de dar un 18% 20% 21,25% o 25% también la escogen ellos...las recogidas de los no vendidos...las cuotas de reparto...¿hay algo que me deje en el tintero?. Y lo más cojonudo es que los dueños son los editores y no los distribuidores, jajajajajaja. 
     Ósea que pagamos por vender algo que no nos pertenece, somos meros intermediarios de un producto hecho por el editor, que adquiere el cliente. Lo paradójico es que, vendamos o no vendamos, pagamos el porte al distribuidor (lo que se supone que es su trabajo, ya que ellos se quedan con su porcentaje pactado precisamente por eso, exclusivamente por distribuir el producto), pagamos la exposición en nuestras vitrinas al correspondiente ayuntamiento de la ciudad en la que trabajamos, mediante el impuesto por ocupación de vía pública. Eso es, impuestos y más impuestos, tasas que hay y que se inventarán...inspecciones "no vaya a ser que seamos unos estafadores”, pero visto lo que les pasa a los estafadores…no me importaría ser como “el príncipe empalmado” ¿pagamos tanto para que otros se los lleven de rositas?
     Encima, más de uno y más de dos, encontramos refugio ante la crisis, las depresiones, los sinsabores, los problemas, etc, en placebos artificiales... Como el caso del vendedor anónimo del que hablo ¿alguien se ha planteado cómo lo pasan nuestras parejas, hijos, familias, amigos, ante nuestra ausencia prolongada y diaria de nuestros hogares? 
     Estoy seguro de que, hoy por hoy, no hay ni un solo autónomo en España que no pase más de ocho horas al día en su trabajo. Después terminas llevándote en muchos casos problemas y preocupaciones a tu casa, las caras largas, los enfados , al final pagan los platos rotos quienes no deben pagarlos... en más de un caso llegan las separaciones, los divorcios de una manera se podría decir que  "lógica" ante tantos problemas... y si nos jubilamos ¿a qué tenemos derecho? ¿Son justas las pagas que recibimos por el servicio prestado, si las comparamos con las de un funcionario o personal laboral de una empresa?
 Yo desde aquí no quiero parecer un hombre que hable contra los trabajadores de otros sectores, ya sean de empresas o funcionarios, tan solo quiero expresar a modo de radiografía, lo que nos suceden a las personas que estamos detrás de un mostrador, y que dependemos de la venta diaria para poder ganarnos un jornal, con el que debemos de mantener una familia, el problema está cuando el “papa estado” se cree que dicho jornal, le pertenece e intenta confiscarnos el mismo.      Claramente el artículo 31 de la Constitución Española, dice que todos contribuiremos al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con nuestra capacidad económica, mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad.
 Ante este artículo ¿alguien ve justo lo que expongo? Me juego todo a que un kiosco de prensa no vende, ni tiene el beneficio de hace 10 años, apuesto a que los libros de cuentas que tenemos dicen que la venta ha bajado más del 70%, entonces ¿cómo narices, al amparo de este artículo que menciono pagamos ahora más que hace 10 años?,  ahora extrapolo a otros sectores…por ejemplo los Taxistas…El Sector Hostelero…Restauración…
 Y para colmo, llega tu jubilación como autónomo, encontrándote con casos como el que escribo, mientras tanto vamos viendo en la prensa que los “gobernantes” etc etc…reciben “donaciones y sobres que no declaran ante hacienda”, “otros personajes” pactan con el juez para no pisar la cárcel después de usar sociedades fantasmas para quedarse con dinero destinado para ayudas a niños deficientes…
 Hoy por hoy todo esto se ve en el resto del mundo, y a mí personalmente me da vergüenza, que en el exterior de mi país se de esta imagen, imagen que seguramente extrapolaran al resto de la sociedad española y lastimosamente si salimos al extranjero a trabajar, nos identificaran con este atajo de… (Iba a decir sinvergüenzas…por decir algo…pero prefiero pensarlo y no decirlo, que cada uno les ponga el adjetivo que piensen).
 Lo que realmente más me jode, es que todos en definitiva consentimos y dejamos que se vayan de rositas, es como si en vez de sangre tuviéramos horchata, es tanto y tan grave lo que pasa, que parece que no nos sorprende nada, cada día sale una “bola  o problema más grande” que el día anterior, cuando pensábamos que ya habíamos escuchado todo de ese tema.
 ¿Tan difícil es que tomemos una conciencia común y digamos ¡basta ya de robar y de engañar!?
 Hay muchas veces que envidio a la generación que se enfrentó y lucho contra la dictadura, corriendo ante los grises defendiendo como colectivo ¡la libertad! Hemos pasado de una dictadura de un “generalísimo-militar” a una dictadura “generalista-política”, en la que la alternancia del poder, ha convertido un país en un cortijo de señoritos con inmunidad parlamentaria, si no que me expliquen cómo se han perdido miles de millones de ayudas públicas en la mi comunidad autónoma, y a fecha de hoy nadie ha devuelto un solo céntimo.  

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