“No llores como mujer lo que no supiste defender como hombre“.
Dicen que esta frase que ahora podría considerarse políticamente incorrecta fue pronunciada por Aixa, madre de Boabdil cuando éste rindió Granada.
Llegaron en silencio, como sombras, sin dejar ver el cuerpo que las recortaba.
Se saludaron cordialmente como corresponden a seres cultivados y ocultaron las dagas hasta mejor momento.
Sentaron sus culos en cómodas sillas de noble material y repartieron las hojas donde se escribía el futuro de todo un gremio. Las hojas no eran material de oráculo sino la historia de lo que pasará.
Se repartieron provincias y diseñaron tácticas de aplastamiento de la subversión.
Aprobaron tender la mano a los amigos no para estrecharlas sino para soltarles migajas y acallando su hambre, crear velos sobre su propio futuro y el de sus compañeros. De esta forma se aseguraban la división de los miserables.
Como en su día ocurriera en la reconquista los favorecidos se verían más fuertes con el declinar de sus hermanos y no otearían el verdadero poder que se fraguaba.
Algunos otros aceptarían pagar parias para evitar enfrentamientos y así escondidos encontrarían su muerte.
Los menos plantearían batallas. Todo estaba pensado, las protestas serían condenadas al ostracismo y en el campo de batalla se verían sus mejores Caballeros.
Las plazas favorecidas no saldrían en ayuda de los hermanos, debilitándolos hasta la entrega o el destierro. Fortalecidos los Señores, ya tendrían tiempo de ocuparse de sus vasallos.
Todo era como un reparto donde los papeles estaban asignados y se irían cumpliendo con precisión milimétrica.
Ningún resorte saltaría hasta la dominación total, y solo el tiempo separaba la subordinación de los infieles.
Con los papeles repartidos marcharon las sombras, dejando solo el rastro de los hijos devorados.
0 comentarios:
Publicar un comentario