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jueves, 14 de octubre de 2010

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La era del mal, Capitulo 2

OS PUBLICO LA SEGUNDA ENTREGA DE LA ERA DEL MAL, PARA LOS QUE NO LO SEPAN MI ULTIMA NOVELA QUE VERA LA LUZ EN 2011

(Rafa y Bando, este capitulo en exclusiva va dedicado a vosotros, ya sabeis porque)

5 de Junio de 1.347

Fernando sabía el problema que tendría si alguien viera a su nuevo inquilino. Su tez negra complicaba y mucho su estancia en la aldea porque un negro estaba siendo buscado desde hacia un par de dias por Barcelona. De encontrarle era hombre muerto y seguramente Fernando tambien tendria serios problemas por tenerle en refugio pagando incluso con su propia vida. Pero Fernando intuía la bondad en el chico de tez oscura, y no podia dejarle a su suerte ya que sería con seguridad ejecutado en cualquier momento. Era su responsabilidad y a Fernando le gustaba ayudar.

El trabajo en la peletería de Nou Barris fue cansino, mas de diez horas de contínuo trabajo agotaron a Fernando que, tras ser ascendido a oficial habia rechazado la oferta de vivir con su maestro y aprendiz. Tras el duro dia de trabajo, Fernando se disponía a llegar a casa con la incertidumbre de que habria estado haciendo el joven de color, y si éste le habia echo caso de no hacer nada.

Y nada mas lejos de la realidad ya que Ben no habia descansado, si no habia estado arreglado parte del desconchado techo, lijado las paredes y estaba a punto de limpiar las esquinas de polvo acumulado.

-¿Pero que estás haciendo Ben, no te dije que descansaras?

-Si señor... Fernando pero... yo ser útil...-

-¡Escondete, alguien se acerca a casa! -decia mientras oía pasos provenientes de fuera.

Fernando empujó a Ben hacia un lado de la cocina escondiendose entre el baúl de trajes y un peldaño de madera carcomida.Segundos despues picaron varias veces a la puerta. Fernando tomó aire y pensandose en que seria la guardia del rey Pere IV se preparó para lo peor.

Pero no era la guardia, si no una amiga bien conocida...

-¡Que susto me has dado Ioana! –decia metiendola en casa y cerrando la puerta.

-¿Susto, porque?

-Escucha Ioana, siempre te he confesado mis secretos y siempre he confiado en ti, ¿puedo hacerlo ahora?

-Si claro, dime que pasa, no te he vísto desde ayer. En la aldea se preguntan porque no has venido a comprar pescado como cada jueves, recuerda que se pesca cada vez menos y...

-Ya... ya entiendo. ¡Ben, puedes salir, es de confianza!

Y sigilosamente el chico negro salió de su escondite mirando a la chica. Era bastante guapa, algo mas bajita que los dos chicos, con pelo rizado y largo, y con un vestido de seda de baja costura y rasgado por la cintura donde se reguardaba un cinturón grueso que realzaba los pechos de la guapa joven.

Ben tenia miedo así que se quedó inmobil al lado del baúl como si de una columna se tratase.

-¡Pero quien es, Fernando, que significa esto! –decia vociferando la joven al ver salir de la oscuridad a Ben con temor.

-¡Chssst, silencio que me van a descubrir! –decia poniendose Fernando el dedo en la boca.

-¿Es... es un esclavo verdad, de donde ha venido, no... no será el esclavo que andan buscando verdad?

-Ayer le conocí, estaba hambriento y era pasto del frío y la desolación. Me contó su historia y es de fiar.

-No deberias hacerlo, no debes tenerlo en casa. Si alguien te encuentra con él en casa te podrian acusar de incubrir a un delincuente y ya sabes como se paga eso...

-¡No es un delincuente! -decia molesto Fernando.

-Anoche oí el rumor de que un esclavo asesino estaba por el pueblo, y dudo mucho que no fuera el porque conozco a los esclavos de este pueblo. Siempre has sido muy confiado amigo mio, espero que esta vez sepas lo que haces... ¡Oigo pasos, viene alguien, viene alguien! –decia asustada Ioana.

No hubo tiempo para mas. Sin dar tiempo a nada mas, un señor de unos cincuenta años entraba por la puerta con dos lobos cazados a su espalda. Era el padre de Fernando que, al ver tal escena quedó paralizado, no sabia que decir.

-Hijo... ¿qué pasa aquí, quien es?

-Se lo explicaré padre... es una amigo mio.

-¿Amigo? Es negro, seguro que es esclavo. ¿Qué has estado haciendo estos dias sin mí Fernando, que tramas?

-Nada padre, lo conocí anoche... –decia Fernando mientras miraba a Ioana que estaba inmobil sin saber que hacer.

De pronto dos caballos se detuvieron enfrente de la casa de los Gomez y el padre se acercó rápidamente a su hijo y le dijo:

-No sé que está pasando aquí pero esos dos que hay fuera son de la guardia del Rey y seguro que este chico tiene mucho que ver...

-No sabía que venia acompañado por la guardia real...

-¡Pues claro, yo transportaré estos dos lobos al castillo, son para el banquete del rey! –decia orgulloso de ser un traginer.

-Padre, por favor, vos sois un señor conocido en esta aldea, que no se lo lleven , es una buena persona, puedes incluso aceptarlo como nuevo esclavo en vez de Yepeet, no te fallará...

De pronto la puerta de la casa de abrió de forma brusca y uno de los guardias alzó una espada amenazante al ver a Ben. Acto seguido el otro guardia sacó otra espada con la que apuntó al padre de Fernando en el cuello y le obligó a ponerse de rodillas. En aquella imagen tan grotesca, Fernando, Ioana y Ben Alí no sabian como responder, tenian miedo de verle morir.

Pero sin mediar palabra el esclavo de Mateo, el llamado Yepeet hacia entrada en la casa con una piedra en mano con la que hundió el craneo al guardia que amenazaba a su señor. Sin apenas digerir tanta violencia el otro guardia comenzó a gritar como un desalmado y atravesó el enclenque cuerpo de Yepeet causandole una muerte rápida aunque dolorosa por la cara de temor que interpretaba en su rostro. Mientras caía, Fernando tuvo tiempo de cogerle aunque aquello hiciera que el guardia superviviente comenzara a ondear su espada como un poseído, habian matado a su compañero y no podia pasarse por alto, estaban condenados.

Ben Alí estaba al lado del padre de Fernando y éste le alertó que el guardia venía a por el. Sin mas, el guardia alzó su espada para decapitar al señor de la casa y fue Ben el que logró derribarle saltandole encima y posteriormente desarmandole. Una vez en el suelo el guardia sacó un cuchillo de su cintura con la que se la clavó en la clavícula al joven negro que cayó al suelo con un dolor terrible. Fernando que veía esta escena tembloroso fue a socorrer a su nuevo amigo mientras el guardia volvía a ponerse en pie para agarrar su espada.

Así pues, el guardia real se dispuso a realizar una masacre cuando Mateo intentó atizarle con un par de platos que no le dieron, y así, quedar de nuevo inútil delante del guardia. Una oportuna flecha se clavó en la misma frente del guardia cayendo sin vida al suelo. Ioana habia agarrado un arco de caza del padre de Fernando y habia acabado con el guardia.

Con tanta acción, los supervivientes estaban atónitos sin saber que hacer. Y fue el mismo Mateo el que puso tranquilidad y ordenaba a Ioana a recoger a los dos caballos de los fallecidos guardias para guardarlos en el establo para evitar que alguien de la aldea los viera. Fernando y su padre se encargarian de intentar sanar a Ben y lo consiguieron no mucho mas tarde ya que la herida no era profunda.

Habian tres muertos en casa, el esclavo y dos guardias reales que no tardarian en ser buscados por los demas.

-Escuchad todos, esto se nos ha ído de las manos, es horrible, nos colgarán por ello –decia en tono abrumado Mateo.

-¿Qué haremos ahora? –decia llorando Ioana.

-Tú y mi hijo pasareis por tu casa para quedaros allí hasta que todo esto termine. En cuanto a tu amigo negro, cambiaré sus ropas con las de mi esclavo Yepeet para que crean que el muerto es el que estan buscando. Les diré que el esclavo se rebeló y que fuera él quien mató a los guardias. Espero que me crean...

-Todo esto es arriesgado pero no hay alternativa. Soy un traginer del rey, me tienen en estima y todo se arreglará, espero. Ahora, es hora de irse, vamos.

Ioana y Fernando se dieron la mano para comenzar a correr calle abajo. Tenían miedo, pero más aún el nuevo esclavo de Mateo. Ben se cambió la escasa ropa con el fallecido y acabó de vestirse justo cuando llegaron otros dos guardias reales alertados por los ruidos provenientes de casa de Mateo.

La conversación fue rápida, ellos creyeron la versión de Mateo sin reparos y fueron absueltos de toda duda.

Tras llevarse los tres cadáveres se quedaron a solas Mateo y Ben en casa del primero.

-Sé que intentaste ayudarme cuando me atacaban los guardias. Puedo elegirte nuevo esclavo.... Pero debes cambiarte el nombre por el de mi esclavo, será lo mejor para todos.

-Gracias... –decia Ben arrodillandose y besandole los pies a su nuevo señor.

-No digas nada. Recoge la sangre, entierra a Yeppet en la fosa que hay justo detrás del pozo y durmamos. Mañana me informaré en el centro como está el tema.

Poco despues un alguacil de avanzada edad y con una gran cicatriz en la cara tomó el cadaver del esclavo para verle de cerca.

-Que ese desgraciado diga lo que quiera pero éste no es el negro que buscamos. Según describieron en el barco era mas fuerte, y mas alto. Ademas éste tiene dos cicatrices y el que buscamos no lo tiene. Creo que os ha engañado, idiotas, y no es la primera vez –decía el superior pateando el trasero de uno de sus súbditos.

-Señor, recuerdo que en casa de Mateo Gomez quedó otro negro, su esclavo que sí se parece mas al que nos describe.

-Eso es, lo sabía, el listo de Mateo piensa que por ser un traginer de confianza siempre puede tomarme el pelo. Estoy seguro que aquí alguien nos engaña y voy a descubrirlo. ¡Preparad los caballos, y llevad cadenas, vamos a por ellos! Va a enterarse de quien soy yo, Manrique Tomás de Alfredo, su peor pesadilla.

Y sin mas, la tropa de la guardia real arrancó a cabalgadas con dirección a casa de Mateo con un Manrique malhumorado en cabeza. En el trayecto fue recordando la esposa que un dia pudo ser suya pero que finalmente el Rey Pere IV otorgó a Mateo. Llegaba al fín, muchos años mas tarde su propia venganza.

No tardaron demasiado. Mateo despertó tarde, cuando ya le derribaban la puerta de una tremenda patada que resonó en toda la endeble casa. El superior de los guardias buscó con la mirada al esclavo y al verle supo que era él y que todo lo anterior habia sido un engaño.

-¡No sé porque lo habeis echo pero os habeis reido de mí, y quien se rie de mí se está riendo de nuestro rey, y no lo voy a tolerar, núnca, estais detenidos, cogedles y golpeadles sin compasión! Y dejadme un rato al campesino, voy a darle una paliza que no olvidará...

Sin mediar palabra los guardias apalizaron a Mateo y a su nuevo esclavo dejandolos seriamente malheridos, fueron maniatados con cuerdas y cadenas y Mateo recibió otra seria paliza que le dejó inconsciente por momentos, para luego ser llevados a las prisiones del castillo.

A la mañana siguiente Fernando se despertó en casa de Ioana teniendo un mal presentimiento.

-Por favor Ioana déjame el caballo de tu padre, tengo un mal presentimiento y voy a ver como está mi padre y Ben.

-Claro, cógelo, pero no sé que puede haber pasado, tu padre es respetado y deben creerse lo que les contó. ¿No?

-Eso espero... Gracias Ioana, tú quédate aquí, ya te contaré. Te devuelvo el caballo en breve.

-Vale, ten cuidado Fernando, te lo ruego.

-Lo tendré.

Y allí se quedó Ioana, esa joven preciosa que comenzaba a tener sentimientos que no comprendía, pensamientos impuros de pasión desenfrenada que deseaba cumplir con el joven Fernando.

Fernando llegaba a casa y vió el panorama desolador, no habia nadie y habia mucha sangre con ropa rota, restos de cuerda y la puerta destrozada, lo que indicaba que su padre y Ben Alí seguramente habian sido apresados por la empresa real. Era un serio problema. Temiendo por la vida de ambos Fernando partió hacia el castillo donde a las afueras fue detenido por guardias reales pues sabian que era hijo de Mateo y tenian la orden espresa del alguacil comandante de detenerle.

Poco despues, Manrique Tomás maniató a Fernando y le llevó hacia una silla en una habitación cerca de las cárceles donde seguramente estarian arrestados su padre y Ben Alí. Tras atizarle varias veces en el rostro, el alguacil decidió comenzarle a hablar.

-¿Vas a decirme que pasa con tu padre?

-No sé nada de eso...

-¡Como te atreves a tomarme el pelo desgraciado! –Y sin mediar mas palabras le volvió a atizar con tanta fuerza que derribó con la silla hacia al suelo al joven que quedó seriamente dañado.

La sangre manaba bajo la cara de Fernando que, aturdido, solo oía susurros provenientes de Manrique Tomás. Éste, ensañandose, decidió abrir uno de los cajones de la habitación. Fernando se estremeció al ver un instrumento que sabia perfectamente lo que era, nada menos que un garrote. De pequeño Fernando habia oído que una mujer adúltera fue detenida y sometida a varias torturas. Una de ellas le escalofrió todo el cuerpo, era el garrote. La tortura en sí consistía en un punzón de hierro que penetraba por la nuca y rompía las vértebras cervicales al mismo tiempo que empuja todo el cuello hacia delante aplastando la tráquea contra el collar inamovible, matando así por asfixia o por lenta y angustiosa destrucción de la médula espinal.

Fernando comenzó a gritar temiendose lo peor.

-¿Tienes miedo verdad? –decía mientras Manrique Tomás cerraba el cajón y sacaba con sus ásperas manos el garrote.

-¡No lo haga por favor, soy inocente! –decia implorando Fernando al ver que se acercaba con malas intenciones.

-Haremos un pacto. No te mataré si confiesas e inculpas a tu padre. ¿Cómo lo ves?

-No... no puedo hacer eso porque mi padre es... inocente.

-No dudo que lo sea.

-¿Qué? –dijo asombrado desde el suelo Fernando.

-Yo no sé si tu padre es o no inocente, ni me interesa, pero es la ocasión perfecta para vengarme de el. Si confiesas morirá él que es lo que me importa, pero tú vivirás. ¿Hacemos trato? Ten en cuenta que si te niegas me buscaré otra escusa para eliminar a tu padre, ademas lo de ese negro no tiene buena pinta y lo sabes... Es el prófugo asesino del que hablan. Vamos, no tienes alternativa, tu padre es culpable, tu padre es culpable, dimelo, dimelo, vamos dimelo...

-¡Núnca! –dijo Fernando escupiendo a Manrique Tomás.

-¡Está bien, tu lo has querido!

Fernando intentó forcejear para escaparse de tu atadura a la silla pero no pudo hacer mas que ponerse en pie maniatados en la silla para luego ser derribado por el comandante alguacil, ahora sumamente encolerizado. Sin pensarlo mas, Manrique Tomás pateó unas veinte veces el estómago de Fernando hasta dejarlo casi sin consciencia. Era el momento de torturarle y porque no, matarle, ya que para su verdugo no era mas que el hijo de la que tenia que haber sido su esposa, la puta deseada.

Tras crujirse las manos, Manrique Tomás colocó la cabeza del joven en el garrote.

Pero fue en ese mismo momento las alarmas sonaron, los cuernos de vigilancia comenzaban a avisar que algo no iba bien. El alguacil comandante lanzó la silla hacia el suelo y sin reparos salió corriendo al punto de encuentro. Todos temian lo peor, un ataque a sus tierras, una rebelación del campesinado o algo relacionado con la salud de su rey.

Fernando, que seguia maniatado en su silla logró recoger un cuchillo que habia perdido entre un peldaño un trapo. Logró desenredarse y aprovechó un traje de guardia real que habia en esa misma habitación para disfrazarse de uno de ellos. Al salir de la sala vió una gran muchedumbre apelotonada alrededor de uno de los juglares. Fernando no oía que decia pero pudo escuchar la conversación que dos alguaciles tenian.

-¡Se dice que el rey da la orden para salvoguardarse del diluvio, parece ser que ya llega el diluvio que dijeron los astronomos del rey! –decia alertado aquel hombre.

Aquellas palabras dejó alertado a Fernando recordando que dias atrás se dio el aviso a la ciudad que en breve caería un diluvio en aquellas tierras que devastaría las cosechas, derrumbaria las casas y dañaria a la gente. Muchos de los alguaciles de mayor rango cogieron un caballo y se lanzaron a por su familia, a por su amante, o simplemente huían temiendose el fín del mundo.

Fernando se quedó helado sin saber que hacer, el dolor que tenía le doblaba en el suelo pero aún así tenia que ponerse en pie y aprovechando el caos debía salvar a su padre y amigo.

Viendo que no aparecia ningun soldado por ningun lado, el joven se largó rápidamente hacia la prisión. Mientras llegaba pensaba en la voz de la alarma... ¿Realmente era el diluvio que caía fuera el fín del mundo, el apocalipsis final?, se decia Fernando que no creía en nada de eso.

Al llegar a la altura de la prisión encontró a dos alguaciles discutiendo sobre si debian huir o seguir allí. Uno de ellos se giró hacia Fernando tomandole a éste como un alguacil mas y le instó para que le diera la razón para abandonar el castillo. Fernando asintió y el alguacil se largó. Pero el otro se resistía, no queria abandonar el castillo a ningun precio. Fernando, muy a su pesar, no tuvo mas remedio que doblegarle con un fuerte golpe en el estomago que dejó en el suelo al alguacil.

Sin mas, el joven liberó a los presos entre los que estaban su padre y Ben.

-¡Fernando, eres tú! –decia Mateo besando la frente a su hijo.

-¡Padre... debemos huir, han anunciado un diluvio que está cayendo muy cerca de aquí y está a punto de venir, destrozará todo, dicen que es el apocalipsis!- decia vociferando el joven agarrando a su padre por el hombro y mientras Ben se ponia tras su nuevo señor.

Pero Ben, Fernando y Mateo no eran los únicos que corrían, en aquella prisión habian otros detenidos, muchos de ellos en fase terminal que no dudaron en echar a correr.

Mirandose los tres con algo de temor salieron hacia fuera del castillo sin encontrarse a ningun alguacil.

Algunos de los que quedaban se tiraron al suelo rezando al ver el comienzo de aquel diluvio. Los presos, muchos de ellos comenzaron a correr sin miramientos y fueron abatidos por los alguaciles de guardia que habia en las murallas.

Sin esperar mas, Ben, Fernando y su padre lograron escabullirse entre el gentío y se dirigieron hacia su aldea planeando como iba a ser su vida a partir de ahora, siendo fugitivos, buscados por el enemigo de Mateo que no descansaría hasta matarle, sin comida, sin nada...

Al llegar al pueblo vieron como ardian muchas casas. La gente se habia vuelto como loca. Se cruzaron algunos alguaciles que no prestaron la mas mínima intencion de capturar a los fugitivos ya que bastante tenian con intentar escapar de aquel caos tan repentino.

Mientras corrían, Mateo y su hijo reconocian a la mayoria de vecinos. La propia Ioana estaba con su padre y madre montada en su mula junto a sus cinco gatos que corrian alrededor suyo, estaban huyendo.

-¡Ioana! ¿Dónde vais? –gritó Fernando agarrandola de una pierna.

-¡Mi padre quiere llevarnos a la iglesia, allí nos daran cobijo, es un lugar seguro! ¡Y vosotros podeis veniros tambien, el pueblo está condenado, y no se cree que cese en unas dias o en unas semanas!

Aquellas palabras de la joven se clavaron como espadas en los corazones de los tres hombres ya que se temían lo peor. Su casa era una de las mas endebles y tal vez ya no quedara nada que recoger para su fuga.

Éstos siguieron corriendo calle abajo tras rechazar la invitación de Ioana y prosiguieron la huída hasta que de pronto una serie de truenos amenazaban de tormenta a la aldea. Por si fuera poco, no solo la aldea tenia bastante con el diluvio que estaba cayendo que además comenzaban a caer rayos a una velocidad cada vez mas rápida. Dicho y hecho, la tormenta comenzó sin miramientos y el pueblo pronto comenzó a inundarse. Los techos de muchas casas se apagaban pero a su vez se hundian atrapando a los que habian dentro. Las calles comenzaban a ser rios y los ancianos y niños que corrian eran arrastrados para morir ahogados.

Eran momentos de angustia que nadie sabia que hacer.

-¡Escuchad! –decia Mateo a su hijo y a su esclavo-, ¡seguidme, Ioana tenia razón y tal vez deberiamos ir a la iglesia, allí estaremos cobijados! ¡Con este tiempo no podemos llegar ni a casa ni a ningún sitio, vamos!

-¡Pero padre! –decia Fernando agarrandole la mano derecha -¡Nos capturarán, nos capturarán!

-¡No lo creo, habrá mucha gente, nos esconderemos, ahora vamos, corred!

Justo cuando comenzaron a correr en dirección hacia la iglesia un rayo cayó enfrente suyo, en la copa de un árbol que prendió fuego y se partió por la mitad cayendo sobre el cadaver de una mujer. Aquella mujer era Fricia, una viuda muy querida en el pueblo a la que últimamente Fernando la ayudaba a cargar legumbres de vez en cuando para aliviarle el peso.

Tras secarse las lágrimas, Fernando prosiguió la carrera siguiendo a su padre. Ben no hablaba, solo iba al lado de Fernando como si fuera su sombra.

Al llegar a la iglesia se dieron cuenta que muchos del pueblo tambien habian tenido la misma idea que Ioana. Los apretujones dentro de la iglesia se convertian en peleas y disputas por un hueco dentro de ella. Pronto los franciscanos salieron a cerrar las puertas armados con palos y látigos. No era nada común verles azotar a los demas pero era una obligación el cerrar las puertas pues podia ser peligroso aglomerar mas gente.

Muchos de los habitantes de la aldea lo vieron una decisión errónea y comenzaron a pelearse con los propios franciscanos para que éstos siguieran dejando entrar a todo quien quisiera cobijarse del diluvio. Pero los franciscanos sabian que las estructuras estaban cediendo y de desplomarse el techo habia una masacre sin precedentes.

-¡En el nombre de Dios, cerremos las puertas para que no entre nadie mas, las estructuras crujen, pronto estaremos sepultados, daos cuenta! –decia un franciscano de edad muy avanzada.

-¡Nada de eso viejo, mi hija y su esposo estan fuera y seguro que vendrán, y como ellos muchos mas, dejad las puertas abiertas! –decia el maestro de los sastres.

Mientras Fernando, su padre y Ben Alí se hacian un hueco en la pequeña iglesia pudieron ver a Ioana con sus padres, a la joven Mansuara amiga de Fernando, al repelente oficial herrero llamado Osorio y un burgués venido a menos, Berenguer De Astas.

Pero cuando la lluvia parecia aflojar y los franciscano lograban convencer a la muchedumbre de cerrar sus puertas un rayo cayó en medio del techo de la iglesia prendiendo fuego en ella para escasos instantes despues abrir una brecha en él. La lluvia comenzó a calar dentro de la iglesia para finalmente rajarse al completo el techo y comenzar a derrumbarse dentro de la iglesia.

Las columnas se partieron y el techo se desplomaba por instantes. Los vidrios se partian y se clavaban en las cabezas de la gente, las astillas de la madera se incaban en los cuerpos muchos de ellos sin vida de la gente produciendo una masacre devastadora.

La iglesia se habia hundido con mucha gente dentro. Los gritos de dolor se oían a leguas y no era mucha gente la que se movía bajo los escombros. Con la iglesia derrumbada y con lo que estaba cayendo quedaban pocas posibilidades para los escasos supervivientes, intentar llegar de nuevo a casa, correr hacia atrás para meterse en el castillo o salir del pueblo.

Fue Ben Alí el que se quitó un pilar de pequeñas dimensiones de las piernas que le habian dejado un dolor intenso aunque podia caminar. Sin pensarlo mas, el chico negro igual que otros supervivientes comenzaron la rápida búsqueda de sus seres queridos. La lluvia parecia aminorar convirtiendose en una ligera brisa de agua aunque con rayos intermitentes.

Ben Alí logró encontrar a Fernando que estaba boca abajo, aparentemente inconsciente. Tras tocarle la cabeza éste despertó y aunque estaba inmobil por el dolor intentó incorporarse. Mirando hacia atrás Ben encontró un carro con una gran manta que utilizó para colocar establemente a su amigo blanco tapado para que la lluvia no le calase.

-¡Y mi padre, Ben! –decia con temor Fernando mientras agarraba la camisa de Ben.

-No lo sé, estaba con vos, espere aquí, le buscaré.

-No puedo moverme, me duele todo...

-Lo sé, confíe en mi, volveré con él –dijo apretandole la mano a su amigo mientras se alejaba del carro.

De nuevo en los alrededores de la iglesia, Ben pudo comprovar la inmensidad del caos que se vivía; tantas madres gritando entre los escombros llorando por sus bebés encerrados bajo las ruinas, franciscanos rezando por las almas de los caídos, hombres desquiciados golpeandose asímismos porque lo habian perdido todo... Pero Ben no tenia nada que perder, comenzaba una nueva vida y queria a su señor con vida. El joven comenzó a rastrear encontrando poco después al padre de Fernando que estaba consciente aunque visualmente dolorido.

-Chico... me has encontrado, has vuelto a por mí...–decia entre lágrimas Mateo.

-Sacar de aquí, señor, ahora–dijo inquisitoriamente Ben.

Y así, poco a poco Ben Alí liberó el destrozado cuerpo de Mateo de las ruinas de aquella pequeña iglesia.

Ben llevó a su señor desde la iglesia al carro donde estaba Fernando cobijado de la lluvia que volvía con fuerza a golpear Barcelona. Ben notaba que mientras corría algunos miembros del cuerpo de Mateo colgaban, como si fuera un simple muñeco con hilos. Estaba convencido que tenia muchos huesos rotos y que dificilmente saldría de esta.

Sin pensar mas, Ben Alí quien comenzó a tirar de carro al ver que volvía el diluvio y los rayos. Esta vez el agua caía con mas fuerza aunque era intermitente. Debian escapar, cobijarse de nuevo, -¿pero donde?-, se preguntaba asímismo el esclavo.

Mateo y Fernando se dieron cuenta de la fuerza de voluntad que tenia el chico negro cuando aceleraba cada vez mas.

Mientras eran tirados por el carro, Fernando y Mateo se miraban las heridas y el hijo pudo comprobar que dificilmente su padre saldría de aquello.

-Menos mal, no tenemos hemorragias de ninguna clase, hemos tenido suerte –decia Mateo

-Padre... no ha de mentirme... –decia Fernando entre lágrimas en los ojos mientras le daba su mano.

-Pero entre yo y Ben le cuidaremos, padre...

En cuanto Mateo acabó la frase, un agotado Ben les indicaba que sobrepasaban su hogar. Al intentar incorporarse Fernando vió que la casa donde habia vivido los últimos años era ya una ruina irreparable. Aún así, Fernando pidió a Ben que le ayudara a levantarse para acercarse a las ruinas de la casa donde habia crecido.

Fernando miró por última vez aquella casa... no volvería a verla núnca mas.


(FIN DEL SEGUNDO CAPITULO...ANIMAOS A COMERTALO AMIGOS!!!)


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