Ayer por la tarde fui a casa de mis suegros a dejar a mis hijas pequeñas en su casa, ya que mi mujer y yo abrimos el kiosco el Domingo. Mi suegro vive en el piso número once, mi mujer subió a las niñas y mientras yo me quedé en el coche esperándola, y vi una situación que me ha hecho reflexionar.
Es un hecho cotidiano que estamos tan acostumbrados ha hacer que no reparamos lo difícil que puede llegar a ser: BAJAR UN ESCALÓN Y CRUZAR LA ACERA...SIENDO UN ANCIANO,(esto puede significar la vida para ellos) yo siempre pienso que nuestra vida nos pasa tan deprisa, que no reparamos los milagros que nos rodean diariamente.
La señora que vi ayer haciendo este trayecto de unos 6 metros, tardó lo mismo que mi mujer en subir las niñas a casa sus padres. Estaba ayudada por su hija, me conmovió verla y pensé en mis abuelos. La de veces que me han dicho que fuese a su casa, y la de escusas que les he puesto para no ir, y siempre que iba, no sabía que excusa ponerles para irme. Que nieto más ingrato he sido siempre. Reconozco, que lo que me echaba para atrás, era tan solo una cosa que nunca me ha gustado, el ver en un ser querido, el paso del tiempo, como los va consumiendo poco a poco, supongo que todos envejecemos día a día, pero donde se hace más patente es en dos momentos de la vida:
- El primero, todos lo adoramos y nos alegramos de verlo y le hacemos cientos de fotos y grabaciones, es el nacimiento y los primeros años de nuestros hijos, con él disfrutamos viviendo cada momento con una intensidad inusitada, ¿quién no recuerda el primer día que le vio el rostro?, seguro que tenemos más de una foto de ese momento, ¿y el primer día que pronunció la palabra "papa"..?, a mi ese día me pillo, como es normal en nuestro gremio, en el kiosco, mi mujer me llamó por teléfono para decírmelo (tenía tanta alegría que se lo dije a todos los clientes que me estaban comprando en ese momento).
-El segundo momento es la vejez, a nadie le gusta ver como tu familia más cercana va deteriorándose por días, yo hace cuatro años perdí a mi abuelo, lo único que recuerdo de sus últimos días era que estaba sentado en un gran sillón, y estaba siempre medio lucido, me acuerdo como sonreía cuando iba a su casa a hacerle compañía , un día simplemente no se levantó más de su cama y acabó su historia (la última vez que lo vi, estaba en el tanatorio enfundado en una especie de túnica plateada, ya que lo iban a incinerar, me acuerdo de su rostro, me transmitía Paz . Una Paz que me resulta difícil de conseguir con el estrés diario y el trabajo que tenemos. Esa fue la última lección que me dio...Lo más importante en la vida es vivir en Paz contigo mismo y con los que te rodean)...
La historia de mi abuelo ha sido la de un hombre luchador, que aprendió su oficio de tornero en los años en los que hizo el servicio militar, en él, le pilló el estallido de la guerra aquí en Sevilla, estuvieron él y sus tres hermanos trabajando a destajo para las "tropas del ejercito de Franco", nadie o casi nadie de nosotros hemos vivido una guerra, sin embargo todas las personas que llamamos, viejos o ancianos, son supervivientes de ella y de la posguerra, ¿cuantas desgracias afrontaron?, ¿cuantos conocidos o familiares suyos murieron?, ¿cuanta hambre sufrieron? en definitiva, están hechos de otra fibra, nosotros nos hemos encontrado todo hecho, si nos ponemos a pensar, han sido ellos los que han forjado el estilo de vida que tenemos, y ¿como les pagamos?, apartándolos de nosotros, ignorándolos, metiéndolos en asilos, y en algunos países , legalizando la eutanasia. !Pero que ingratos somos con los que nos han dado la vida!.
Que poquito necesitan de nosotros nuestros mayores, yo me propongo cambiar de aptitud y enmendar mis errores, por que con un simple gesto de alargar la mano a una persona mayor, estoy cambiando no solo mi forma de ser, sino también mi forma de ver y entender la vida, aquí me pregunto, ¿quién necesita más ayuda, nuestros mayores, o nosotros?.
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