Curiosa fecha la de hoy, día que dista justo veinte años de aquel en el que las barreras físicas e ideológicas de dos pensamientos opuestos se abrieron a las 21:20 en Bornholmer Strasse, ello propició que miles de ciudadanos pudieran abrazarse literalmente a sus hermanos y hermanas del otro lado del "muro de la vergüenza" que unos pocos levantaron para intentar doblegar la voluntad de un pueblo, ¿cómo nos recordarán en la historia por permitir esta infamia, al separar familias enteras?.
Es evidente que los ciudadanos de a pie no podremos conocer la historia oculta que maquinaron las altas jerarquías políticas del momento para lograr este hecho sin precedentes, para mí, y siendo un chaval con 19 años en aquel año, me quedó muy palpable la influencia en todo este momento de la figura indiscutible del Papa Juan Pablo II, precisamente lo mismo ha dicho hoy Lech Walesa.
Karol Wojtyla, osea Juan Pablo II, ha sido en nuestra historia contemporánea, pese a quien le pese, una figura, no solamente carismática, sino decisiva.
Recuerdo hace años, en una Peregrinación que hice a Czestochowa, la cuna de la Virgen Negra. Allí nos juntamos miles de peregrinos de todo el mundo, fue de las primeras a las que fui, y recuerdo perfectamente la colina donde se asienta la Basílica de este Icono Religioso. Cuando el Papa terminó la homilía una marea de aplausos coronó la misma, todavía me acuerdo del momento y me brotan las lágrimas, el clamor de todos era unánime, sonoro y constante, el Papa en su homilía exhortó a la unión de los pueblos, de los hombres, sin importar razas, pueblos o naciones.
Yo me pregunto: ¿Acaso no es lo que pretendemos al eliminar las fronteras que nos separan, ya sean de ideologías, de razas, de religiones... etc?.
¿No es esto lo que se pretendía al eliminar el dichoso muro que dividía a hermanos de un mismo pueblo?
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