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lunes, 1 de febrero de 2010

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Nuestro Héroe: Don Quiosquero de la Prensa


PROLOGO
Me he tomado la licencia, si me lo permiten vuesas mercedes, y los grandes de la literatura, de ver un poco más allá en nuestra forma de vida, la cual se está convirtiendo con el paso de los meses y los años en una auténtica aventura, hoy por hoy, ser Kiosquero y por lo tanto vendedor de prensa escrita, se está convirtiendo en una labor quijotesca, entendiéndose como tal, la lucha diaria que tenemos para mantener nuestros puntos abiertos un día más. Tenemos que lidiar con las entregas diarias de género que vendemos y por lo tanto con las devoluciones del mismo, a esto le añadimos nuestros clientes. Hasta aquí todo es o era lo normal en este gremio, lo que no es tan lógico son los recortes en las ganancias que vamos sufriendo, por ejemplo: portes, problemas de abono en facturas, bajadas de cuotas a pesar de vender los ejemplares, miserables márgenes en recargas de telefonía o de bonobuses recargables,(gastamos más de luz en la máquina de recarga que en beneficio). En fin, son tantos los inconvenientes que pensábamos que ya estaba todo dicho, pero como dice nuestro refranero: "éramos pocos y parió la abuela". Se nos ha unido a la mala situación económica "otro gigante contra el que lidiar": las nuevas tecnologías, que con su afán de querer avanzar en los inventos ya nos quieren dar las noticias "filtradas, remozadas y apantalladas" en formatos de minipc que vamos a poder llevar hasta al water para poder estar "aliviándonos conectados a Internet"...¡ni cagando me van a dejar pensar a gusto...!
Ante este panorama he visto que tenemos en el Quijote un referente, ya que este luchaba por su mundo y sus ideales de caballería a capa y espada, algo muy parecido a lo que hacemos todos los días nosotros. Nuestra indumentaria de caballer@s es la siguiente: la prensa escrita es nuestro escudo y nuestra armadura, la espada es la razón y con nuestra ilusión, coraje y determinación cabalgamos y trabajamos en nuestro punto de venta, y con todo ello desfacemos entuertos, nos enfrentamos contra molinos de viento o gigantes y nos encomendamos antes de entrar en batallas desiguales a nuestra Dulcinea del Toboso, o lo que es lo mismo luchamos todos los días por llevar el pan a nuestras familias.



Primera Parte del Ingenioso Hidalgo Don Quiosquero de la Prensa.
Primer capítulo

Que trata de la vida de nuestro Caballero que dedica su vida al “Noble Arte de Difundir la Prensa Escrita”
En una Plaza de Sevilla de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho que trabajaba un hidalgo de los de boli en oreja, libreta antigua, memoria flaca y TPV corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. Tenía a su cargo su familia compuesta por su mujer y sus dos hijas. Rondaba nuestro hidalgo la edad de los cuarenta años, y llevaba en su negocio cerca de veinte . No era enjuto de carnes ni de complexión recia, era entrado en carnes y los años le habían dado una generosa barriga.
Es, pues de saber, que no tenía ratos ociosos ya que no paraba en su negocio de atender a sus clientes, de hacer pedidos y reservas a los mismos, incluso cuando llegaba a su casa, descuidaba la atención a su familia ya que el repaso de facturas le llevaba a ocupar el resto de sus horas, y llegaba a soñar con frases como la de los Hermanos Marx...”la parte facturada de la primera parte es igual a la parte facturada de la segunda parte...”o “la razón de la sin razón que me dan cuando encuentro errores de abono en las facturas, de tal manera que mi razón enflaquece, que con razón me quejo de vuestra...meteura de pata...”.
Con estas razones perdía nuestro pobre caballero el juicio y su tiempo ya que se desvelaba por entender tantos errores de facturas que no las entendiera en algunos casos ni el mismísimo Kafka en su obra el “`Proceso”, en la cual su protagonista se perdía en un laberinto burocrático y de despachos para que le solucionasen sus problemas.
En resolución, él se enfrascó tanto en sus facturas, que se le pasaban las noches repasándolas de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho trabajar y repasar facturas se le secó el cerebro de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la cabeza de todo aquello que leía en las facturas y albaranes y creyose todos los errores con los recortes de cupones, cartillas, reservas, promociones de prensa, diferencias cupón-cartilla, errores de abono etc, etc y ahora, con la llegada del TPV, soñaba que todos esos quebrantos desaparecerían de momento, creyose todo esto nuestro caballero, y conoció a ilustres caballeros y caballeras de otros reinos, como El Caballero de la Ardiente Espada de Jerez, llamado entre sus acólitos “el Jeringo de Jerez”, que con sus carteras de pieles arrebatadas a unos dragones había ganado grandes fortunas, o El Cid Rubén Díaz de Vivar que había recuperado Valencia de las manos del moro para arrebatarle sus manjares y sus odres de buen vino. Eran tantos que no tengo espacio para poner todos sus nombres y andanzas, me acuerdo de Enrique, apodado el Ancla de Triana, que con su pluma combate a grandes gigantes, de los integrantes de nuestros fueros que pelean a capa y espada por ellos, como Jesús, y no es el de Arimatea, sino el del Betis; Isidoro, Antonio, José Ignacio, el domador de fieras llamadas TPVs; Joaquín, el hombre a un boli pegado, me viene a la cabeza esos versos “Érase un hombre a un boli pegado, érase un boli superlativo...”; El Caballero de San Juan de la Palma, Don Carlos, el azote de los Rebajes; Pepe, el encantador de Pumas que con su gran mandoble intimidaba a los infieles; Miguel, caballero del norte que nos ilumina con su sapiencia; Alejandra, la Sultana de Córdoba, de la que dicen que su hermosura eclipsaba a la luna; Fede, el Caballero de Málaga, que con diez cañones por banda, viento en popa a toda vela, no corta el mar sino vuela su negocio bergantín, negocio llamado por su bravura “el chanquetero” temido, en toda distribuidora conocida del uno al otro confín; Rafa el Cazador, de sobra conocida su puntería para descubrir errores en las facturas, etc etc…
Ante tales hazañas leídas, nuestro personaje comprendió que necesitaba ir desfaciendo entuertos en su negocio e intentar que el mismo siguiese adelante, para lo cual decidió hacerse caballero.
Y lo primero que hizo fue repasar todas sus facturas y pedidos atrasados, repasolas y reclamolas a las distribuidoras.
Después buscó un medio para desplazarse a las mismas, y encontró a su vieja y escuálida moto en el jardín cubierta con una lona. La limpió y la aderezó, y decidió ponerle un nombre y pensando, borrando y quitando los mismos, al fin le vino a llamar “La Reclamante”, nombre a su parecer alto, claro, sonoro y significativo para su nueva empresa, ya que ella iba a ser “motivo” de abundantes abonos de facturas y reclamaciones bien hechas.
Puesto nombre a su cabalgadura, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar don Quiosquero de la Prensa y decidió buscar una dama a la que encomendarse, porque se decía que caballero andante sin amores era como árbol sin hojas y sin fruto y negocio sin chicha ni beneficio, y pensando, pensando decidió llamarla...¡coño, si ya tengo a mi “Mercedes del Toboso”, para qué quiero buscar otra!
Continuará…
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6 comentarios:

Enrique_kioscoelcano dijo...

Espectacular como blandes la lanza desde tu rocinante (blog). Se puede calificar de magnífico este artículo y agradecerte que nos tengas en tan alta estima y puedes estar seguro que lo que ves son gigantes y que estos caballeros y más están dispuestos a combatirlos a tu lado. Un Saludo y enhorabuena. ea, ya tengo otro tocho pa la biblioteca.

Rubén dijo...

Coño! Peaso de pó.

Me siento afortunado haber cabalgado con usté a lomos de La Reclamante.

Salú don Quisquero de la Prensa

Bruch 1972 dijo...

Entrañable empresa, tanto la del personaje como la del orador, la de desfacer los entuertos de nuestro estimado oficio. lástima que la labor choque con tamaños molinos de viento, como no los hubiera en la época de nuestro original Don Quijote, que hoy en día además de quedarse enredado en sus aspas, se le hubiera impuesto una multa por atentar contra la energía eólica. Y es que siempre acabamos pagando los mismos, los pobres.

Cordobesa dijo...

Me ha encantado tu relato, gracias por la parte que me toca porque realmente haceis que me sienta como una Sultana. Siento no poder ayudaros mas con los temas de las facturas pero para todo lo demas....AKI STA LA CORDOBESA!!

BANDOLERA dijo...

Rafa,me ha encantado y lo sabes, me reservo mis comentarios a la publicación de tu columna. Felicidades.

CABALLO ROJO dijo...

RAFA, ERES GENIAL, POR LA PARTE QUE ME TOCA COMO CABALLO OLE, OLE, CABALLERO, POR MI PARTE COMO VENDEDORA, GENIAL Y POR EL COLOR ROJO, PUREZA Y SINCERIDAD, FELICIDADES CABALLERO, NO TENGO MAS QUE DECIRTE, INTERPPRETA MIS PALABRAS, TU PUESSDES Y SABES, UN ABRAZO DEL CABALLO MAS ROJO.

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